22/8/08

MEDIODIA EN TASAJERA


OBRA VENDIDA.

Un águila caracolera está parada en alguna raíz a nivel del agua. A su alrededor están la penumbra protectora del bosque de manglares, la cual refuerza el negro profundo de su plumaje, y la ciénaga verde oscura por tanta vegetación y tantos residuos vitales.

El ave tiene que estar enferma. Tal vez resultó lastimada por otro animal porque parece no asustarse cuando pasan canoas de pescadores a escasa distancia suya; ni con el humo emergente de calderos en que hierven la comida, en el fondo de sus naos de madera; ni con los movimientos rítmicos y repetidos de esos hombres parados en sus embarcaciones para impulsarse con la palanca de palo que entra hasta el lecho lacustre.

En una rama alta, a poca distancia de allí, una termitera -el nido del comején- es asaltada por otra águila, llamada cazadora, pues su interior suele ser usado por cotorras para poner sus huevos. Puede haber pichones allí.

A ras de agua, por ciénagas y caños que las unen, vuelan garzas, patos salvajes que los lugareños llaman malibú, gallitos de ciénaga que en invierno llegan a anidar y bobinches. Seis pichones de patos caminan sobre hojas de lotos, sin su madre. Y al paso de nuestra pequeña nave de motor, peces lisas van saltando fuera del agua, como si se tratara de delfines de diez centímetros, pues se sienten amenazados por una fiera de extraño rugir...

Es la intimidad cotidiana de Vía Parque Isla Salamanca, lugar que en la primera palabra de su nombre lleva su destino maldito y en las demás, un paraíso situado en un humedal.

Lo primero, porque esta vía es la misma Troncal del Caribe. Cincuenta kilómetros entre Barranquilla y Tasajera, corregimiento de Pueblo Viejo, a medio camino de Ciénaga, Magdalena. El parque está a cada lado. Y como para los animales es vital estar en un lado y otro, cruzan la troncal, acto que a muchos les cuesta la vida. No es raro ver tirado en la carretera un oso hormiguero, un perezoso, una boa o algún pájaro muerto por el impacto de los automotores que pasan raudos. Sin contar algunos animales más pequeños, como libélulas, que caen al suelo aturdidas por el impacto con la parte alta de algún vehículo, para después morir.

En la zona de influencia del Santuario de Flora y Fauna de la Ciénaga Grande de la Magdalena hay dos pueblos palafitos: Bellavista y Nueva Venecia, y uno semipalafito: Bocas de Aracataca. En el primero hay más de cien casas, iglesia y escuela. Son pueblos de pescadores con cientos de años de existencia. Sus habitantes nacieron sobre el agua y sobre ella permanecen durante su vida.


Fuente:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/U/un_secreto_guardan_manglares_y_humedades/un_secreto_guardan_manglares_y_humedades.asp?CodSeccion=50

Leer Mas...